La ciencia no puede desarrollarse aisladamente, sino que florece merced al diálogo interpersonal y la interacción de culturas y comunidades, y mediante la reflexión conjunta. La ciencia prospera en un terreno rico en la diversidad y en una atmósfera que propicie la difusión y el fecundo intercambio.
Para que las ideas se desarrollen, han de viajar, para que arraiguen, han de compartirse y para que beneficien a todos, tienen que ser accesibles El tema del Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo de este año, “la ciencia como factor de acercamiento de los pueblos y las culturas”, no podría ser más adecuado, en particular porque la UNESCO está encargada de coordinar las actividades del Año Internacional de Acercamiento de las Culturas, 2010. La utilización del poder de la ciencia para aproximar a los pueblos y las culturas, para aprovechar al máximo la gran diversidad humana y fomentar el desarrollo pacífico, es un cometido que figura en el núcleo mismo del mandato constitucional de la UNESCO El panorama mundial de las ciencias está en rápida evolución. En el mundo entero surgen nuevos polos de ciencia y tecnología. Se crean novedosas modalidades de cooperación, incluso entre países del Sur. Se hace cada vez más hincapié en las tecnologías ecológicas. Como se indica en el Informe de la UNESCO sobre la Ciencia, 2010 que se presenta hoy, el ámbito científico es cada vez más transparente y uniforme, gracias a la revolución tecnológica en materia de información y comunicación y al fortalecimiento de los marcos institucionales mundiales. Estas tendencias son positivas.
Pero aún queda mucho por hacer. Persisten amplias desigualdades entre los países y, cada vez más, dentro de ellos. La creación de patentes no se distribuye de manera equlibrada. La gobernanza nacional e internacional del desarrollo de la ciencia y la tecnología se hace cada vez más compleja. Es preciso que los gobiernos y las organizaciones internacionales respondan a esta situación, a fin de afrontar las deficiencias y reforzar las tendencias positivas. La UNESCO desempeña la función que le corresponde. Procuramos movilizar el conocimiento científico y las políticas conexas al servicio del desarrollo sostenible, teniendo presentes tres objetivos: utilizar el conocimiento científico en favor del medio ambiente y de la gestión de los recursos naturales, fomentar las políticas y el aumento de las capacidades en materia de ciencia, tecnología e innovación y contribuir a la preparación para casos de desastre y a la atenuación de sus efectos.
Nuestra atención se centra este año en la capacidad de la ciencia para acercar a los pueblos y las culturas. En una era de rápidas transformaciones, es esencial que reconozcamos que esa capacidad constituye una fuerza propicia al diálogo y al desarrollo. La historia puede venir en nuestra ayuda. Ninguna civilización pretérita ha sido autosuficiente. El conocimiento siempre ha progresado gracias al intercambio y la interacción. Las ciudades de la Grecia antigua innovaron a partir de conocimientos procedentes de las culturas asiáticas y africanas.
Los adelantos científicos alcanzados en Bagdad aprovecharon los aportes de la India y China. La historia de la ciencia que se desarrolló en Persia refleja la misma diversidad. Durante milenios, Asia y África fueron fuentes de conocimiento y contribuyeron a configurar el mundo que hoy conocemos. Las culturas de la América precolombina atestiguan otro nutrido historial de logros intelectuales y materiales, en ámbitos como la astronomía, la arquitectura y la ingeniería. Por consiguiente, la historia de la ciencia no es singular, sino plural. Otro tanto ocurre actualmente. Mi convicción es que debemos aprovechar la capacidad de la ciencia como factor de acercamiento de pueblos y culturas en tres planos.
Primero, en el plano mundial. Ninguna población, comunidad o nación puede afrontar el cambio climático por sí sola. Es esencial que alleguemos las voluntades necesarias para el éxito de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que concluirá en México el próximo 10 de diciembre.
La UNESCO contribuirá a este empeño por conducto de su iniciativa sobre el cambio climático, aprovechando nuestro planteamiento pluridisciplinario y profundamente humanista. Este encuentro sentará las bases para que la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible, que tendrá lugar en 2012 en Río de Janeiro,sea una reunión productiva. El desarrollo sostenible será ecológico y será para todos, o no será.
En segundo lugar, debemos proceder en el plano regional de manera que aprovechemos al máximo la ciencia como recurso para congregar a pueblos y culturas. Un ejemplo perfecto de lo anterior es el apoyo que brinda la UNESCO al centro científico intergubernamental SESAME, con sede en Jordania. Establecido conforme al modelo de la Organización Europea de Investigaciones Nucleares de Ginebra, este importante centro internacional de investigación reúne a nueve miembros de la región, a saber: Bahrein, Chipre, Egipto, Irán, Israel, Jordania, Pakistán, la Autoridad Palestina y Turquía. El Centro recibe el apoyo de 11 países, entre ellos Alemania, la Federación de Rusia, Francia, Japón, el Reino Unido y los Estados Unidos de América. Esta es una manera de utilizar la ciencia para construir la paz.
Por último, debemos trabajar en el plano local. Estoy convencida de que los sistemas de conocimiento indígenas y locales deben desempeñar una función esencial en la formulación de soluciones incluyentes para los problemas colectivos, en particular con miras al fomento de la diversidad biológica y cultural. Los sistemas de conocimiento locales son también pilares del auténtico desarrollo sostenible.
Hoy en día, la política relativa a las ciencias es tanto una forma de diplomacia cultural como una estrategia de desarrollo. Este Día Mundial de la Ciencia para la Paz y el Desarrollo ofrece una excelente ocasión para reconocerlo y aprovecharlo, guiándonos siempre por el objetivo de forjar una única comunidad humana, basada en la dignidad de las personas y la cultura de paz.